lunes, 23 de abril de 2007

Prólogo de Voces de Periferia. Antología de ANUESCA

PROLÓGO de Voces de Periferia.
Primera antología Poética de ANUESCA

Un libro colectivo de poemas es, siempre, una celebración. Es la culminación del esfuerzo colectivo, del encuentro feliz entre personas que tienen en común, por encima de otras diferencias, el amor a la poesía, la necesidad de transmitir a través de la palabra la emoción misma del vivir. En este libro de la Asociación de Nuevos Escritores de El Campello nos encontramos con once –ese es el número de poetas que participa- distintos universos poéticos y referenciales que corresponden a sensibilidades distintas, a trayectorias vitales de diferente signo, pero con algo muy importante en común: la capacidad para convertir la sensación, el sentimiento, la experiencia, en imagen poética.
Y es también esta afortunada antología una ocasión para visitar muy distintos registros poéticos: romances y sonetos de corte clásico, como el “Canto a la amada desconocida” o “La espada homicida”, pero también verso y ritmo libre como “Pasearemos por las calles” y “Me vestí de lluvia y mar”. Temas ineludibles como el amor en distintos momentos -“Les teues mans”, ”Elegía íntima” o “Razonando”-, el recuerdo, con el ”Romance del amor perdido”, la contemplación de la belleza en “Soneto a la Giralda”, la melancolía, en “Pensament”, y la muerte en “Aceptación de la evidencia”. Pero Tampoco se escatiman los asuntos nuevos, los que afectan al aquí y al ahora de las vidas concretas como la inseguridad en el trabajo, tan evidente en “ETETES”, el futuro incierto en “Oleadas de trigales”, el dolor por el terror arbitrario e injusto ”Madrid: capital del dolor”. No están nuestros poetas encerrados en una torre de cristal. Viven su día a día y una sensación cotidiana, como tomar un café en “preSIENTO aromas conVERSOS”, -quizá Francisco Javier Fernández sea el que expresa con más claridad ese anclaje en el hoy vivencial - es suficiente para despertar la poesía; o una mala noticia en la prensa, como la prostitución obligada de las mujeres -”Puta” y “A una desconocida en Pakistán”, como la barbarie de las imágenes del telediario en “De qué se ríen los niños que no tienen nada” -son motivo para llenar un folio con un poema, desahogo y liberación, comunicado necesario, llamada de atención. Ellos mismos lo dicen en las palabras que anteceden a sus poemas. Dice Francisco Javier Fernández “escribo básicamente por las mismas razones por las que leo; es decir, por el placer vital que supone disfrutar con la palabra”; y añade Mercé Sanchiz, “para remover las conciencias”. Goce y compromiso, placer y necesidad ¿qué otra cosa es la poesía, la literatura?
Las aceras, los metros, la lluvia, escenario urbano de la poesía de Cristina Arroyo contrasta con los jardines de jazmín y mirra de Harmonie Botella, con la alegría de vivir que transmite esta poeta sin que eso la aleje de la observación de la dureza de la vida como en “Oleadas de trigales”. Ana Iniesta y Carmen Esteve muestran una poesía emocional que sirve para expresar, en la caso de la segunda, sueños no realizados o quizá ya vividos y ahora anhelados y, en el de la primera, la transparencia de los sentimientos vivos: el recuerdo, el dolor, las lágrimas, la tarde. También está preñada de recuerdos la poesía de Diego Zambrano, pero en él la nostalgia está enmascarada tras un olvido imposible como en su “He olvidado tu amor”. La soledad, el amor efímero, intenso, eterno, están también presentes en este poeta. José Luis Castejón es el mejor representante en esta antología de la poesía lírica musical y cromática, “tus labios destilan miel” dice en uno de sus versos en los que canta la belleza de las cosas y escenifica la alabanza a la amada como culminación del prodigio de la naturaleza. A Concepción Galindo también le gusta la poesía formal, los sonetos, los cuartetos bien rimados y es capaz de tratar con rigor clásico el tema del amor doloroso como en “Necesito”. También Denise González sabe que la poesía vale para contar algo y exhibe una poesía narrativa con una gran intuición del ritmo poético. Pero la poesía sirve también para conjurar los miedos, esos que todos llevamos dentro, que son inseparables del vivir mismo y que fluyen del interior al exterior sin dejarnos dormir. Así se expresa, desagarradora, la poesía de José Antonio Navarro, “Siento miedo por las mariposas/ que surcan la niebla y andan perdidas”. Miedo y rabia; este último sentimiento es el que aflora arrollador en la poesía de Mercè Sanchiz, la injusticia –especialmente sobre las mujeres-, la impotencia ante el poder al que ordena callar: “A los dueños del mundo me dirijo, seáis quienes seáis, ¡Dejadnos en paz!”.
No hay dos poetas iguales y esta antología es una prueba más de ello, porque no hay dos vidas iguales, ni dos sensibilidades idénticas. Pero sí hay un medio en común, la palabra, la palabra arma, instrumento, aliada, enemiga, capaz de expresar la rudeza, la dulzura, el dolor, la incertidumbre de la vida. Y esto y mucho más lo saben los poetas de ANUESCA. Yo por mi parte sólo quiero agradecer la ocasión de haber sido partícipe de este proyecto tan lleno de ilusión. “¡Qué se dejen los críticos de interpretaciones!” dice uno de los poemas, y tiene razón, callemos y dejemos hablar a los versos.
Carmen Marimón Llorca
Universidad de Alicante

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